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LAS CAJAS FUERTES Y LOS BANCOS CENTRALES

hadler@stanfordalumni.org

La noticia económica por estos días, difundida por el Wall Street Journal y la agencia Reuters, entre otros, fue el sorprendente aumento de las ventas de cajas fuertes a los hogares alemanes.

Es una consecuencia del hecho que bonos de empresas como Deutsche Telekom, Daimler y Anheuser-Bush, por ejemplo, se están negociando con rendimientos negativos. Calcula ese diario que en total cerca de $13 millones de millones de dólares se encuentran ya bajo esas condiciones. Y que la farmacéutica francesa Sanofi, y la importante firma alemana Henkel colocaron por estos días bonos que, al vencimiento, pagarán menos dinero del que recibieron. Claro que en caso de quiebra, el bulto va por cuenta del inversionista.

Es una muestra más de cómo las políticas ultra expansionistas han puesto patas arriba al mundo financiero.

En contravía con la bonanza de esas empresas, es bien complicada la situación para los  acreedores, tales como fondos de pensiones y compañías de seguros. Y para sus tomadores de pólizas, quienes vienen siendo cordialmente invitados a suspender el pago de las primas de sus seguros de vida y amparo de vejez, o a enfrentar impagables aumentos. Y ni qué hablar del ahorrador común, especialmente aquel en uso de buen retiro, forzado a invertir en activos sobrevalorados, o a asumir riesgos previamente impensables.

Según escribe Wolfang Münchau en su libro “The Meltdown Years”, todo comenzó como una simple burbuja en el sector de vivienda (se presenta cuando los compradores se endeudan más de la cuenta, y los bancos ven como los bienes recibidos en garantía pierden aceleradamente su valor). Vino acompañada de una burbuja hipotecaria, alimentada por modalidades crediticias exóticas, requisitos muy laxos, y tasas de interés artificialmente bajas. Fue amplificada por un poderoso y complejo mercado de crédito que lo esparció entre inversionistas por todos los rincones del mundo.

En una de sus notas periódicas, “Ignoble Prizes and Appointments” de noviembre del 2013, el señor Jeremy Grantham, cofundador en 1977 de la firma de inversiones GMO, atribuyó gran parte de la responsabilidad a los principales directivos del banco central en ese entonces, Alan Greenspan, Ben Bernanke y Janet Yellen.

Entre su larga lista de aciertos, figura haberle hecho oportunamente el quite a esa crisis.  Mientras el mercado de vivienda era una lección de “Burbujas para Principiantes,” escribía,  en el banco insistían que el crecimiento desaforado de los precios era solo el reflejo de una sana economía. Y que si alguna vez llegaron a aceptar la existencia de esa burbuja, sostenían que intervenir no era su función. “Dado lo obsesivo que somos con el tema de burbujas, tuvimos que comer, y dormir, a sabiendas de que esta recorrería todo el camino. ¡Y qué bella habría de resultar!” Y ni qué hablar de los efectos tóxicos de sus “desesperados experimentos de sobre-estimulación.”

Por su parte, el señor El-Erian, ex codirector ejecutivo de la firma Pimco,  tradicionalmente reconocida como la de mayor influencia en renta fija, viene insistiendo en que los daños colaterales de tasas tan bajas exceden de lejos sus beneficios. “La política de tasas negativas fue diseñada para aumentar el gasto, tanto por parte de las empresas como de los individuos. Pero el resultado ha sido que están ahorrando más, y el sistema financiero se está fermentando.” Invita cordialmente a los bancos centrales a dar un paso al costado, permitiendo de esa manera que las economías forjen su propio futuro.

 

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