Cómo invertir en monedas Respuestas
En diciembre de 2005 la firma Rydex introdujo el fondo FXE, el primer ETF dedicado a reflejar el precio de una divisa; básicamente es una apuesta a favor del euro, en contra del dólar. Cada acción representa 100 euros, más los intereses obtenidos a través de instrumentos de muy corto plazo (una vez descontados sus gastos anuales, equivalentes a 0.40% sobre el total de activos).
En su primer día de operaciones se llegaron a negociar 600.000 acciones y hoy maneja activos cercanos a $650 millones de dólares. (El euro estaba a US$ 1.22 en junio de 2005, cuando fue radicada la solicitud para su aprobación)
Existen ya en los Estados Unidos 28 ETFs y 14 fondos mutuos (sin contar las subclases de un mismo fondo) dedicados a la inversión en monedas. Hacen parte de esa marcada tendencia a crear instrumentos que ofrezcan una mayor diversificación con respecto a la tradicional de acciones y bonos.
Los activos en este tipo de fondos vienen aumentando año tras año, debido a que son percibidos como resguardos seguros (gracias a estrictas políticas anti-inflacionarias por parte de algunos bancos centrales, como el FXF del franco suizo o el FXY del yen, o al respaldo de sus riquezas naturales, como el FXA del dólar australiano o el FXC del canadiense).
Un fondo de una divisa extranjera es perfectamente apropiado para efectuar simples coberturas: quien tiene proyectado un gasto en esa moneda, puede protegerse contra una eventual valorización invirtiendo hoy en uno de esos fondos.
Pero ¿hasta qué punto representan realmente una nueva clase de activos? Que un instrumento sea novedoso y de fácil acceso no implica necesariamente que resulte siempre adecuado.
Uno de los problemas asociados al invertir en este tipo de fondos es que los mercados de divisas son particularmente imprevisibles y volátiles, con el consecuente perjuicio para un portafolio. No sobra recordar que el euro se ha valorizado en un 6.6% contra el dólar en lo corrido del año, y que está 11% más fuerte en un año corrido, a pesar de todos los problemas que viene enfrentando la zona. Por alguna razón Alan Greenspan los caracterizó alguna vez como simples cara y sellazos.
Otro es que la mayoría de estos fondos corresponden a depósitos con intereses muy bajos, muchas veces por debajo del nivel de inflación. Y otro es que a largo plazo la inversión en divisas resulta ser un juego de suma cero (los que unos ganan es lo que otras pierden).
Importante tener en cuenta que al invertir en mercados extranjeros, el portafolio queda expuesto al vaivén de las respectivas monedas. En efecto, el retorno total de una inversión de este tipo se compone de dos elementos: el del precio del activo en el país donde se invierte, más el cambio de valor de las divisas correspondientes. (En ocasiones este último componente resulta con la incidencia más importante en el rendimiento total)
En efecto, y a diferencia de lo que ocurre con las monedas, la rentabilidad esperada de las acciones y de los bonos es positiva. Cuando se dan las condiciones para el éxito de una inversión en una moneda específica, las correspondientes inversiones en acciones y bonos ofrecen retornos potencialmente mayores. A menos que erradas políticas generen una inflación desmedida, es muy difícil que a largo plazo las monedas produzcan rendimientos superiores.
Así como en los últimos años se produjo un gran crecimiento de instrumentos en las áreas de commodities, finca raíz, monedas, oro y metales preciosos, la modal actual son productos que enfrenten la volatilidad del dólar y la inflación que se cierne, que produzcan rentas en el extranjero, y toda la gama de estrategias alternativas, propias a los fondos de cobertura. Bajo las condiciones actuales, resulta demasiado arriesgado atar un portafolio a una sola moneda.
Las respuestas al blog anterior son:
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