Economía de comportamiento: heurísticas
hadler@stanfordalumni.org
¿Estaría usted dispuesto a pagar muy poco por reducir en uno por mil la probabilidad de morir súbitamente, pero cobraría un precio muy alto por aceptar aumentar esa eventualidad en esa misma proporción?
Desde un punto de vista de probabilidad y lógica, este comportamiento no hace sentido.
Pero si su respuesta fue afirmativa, no se alarme. Se ha comprobado que coincide con la de la inmensa mayoría.
El hecho es que después de innumerables experimentos reseñados por los economistas de comportamiento, comprobaron que los humanos no fuimos muy bien diseñados para procesar situaciones que involucran probabilidad y riesgo. Y que tampoco estamos particularmente bien dotados para interpretar situaciones de carácter aleatorio.
Todo esto se debe a que, según ellos, contamos con dos sistemas para procesar pensamientos. Uno es intuitivo y automático, el otro reflexivo y racional.
El primero nos es de gran utilidad para resolver problemas de la vida cotidiana. En él se apoyaban bastante nuestros antepasados cuando veían algún animal raro merodeando sus cavernas.
En sicología, la heurística se refiere a esas numerosas reglas de dedo, eficientes y sencillas, que nos ayudan a formar juicios y tomar decisiones rápidamente. Pero tienen el problema que nos inducen a enfocar en aspectos parciales de un problema, a costa de ignorar otros de mayor importancia.
Su uso nos induce a sesgos sistemáticos, es decir, a tomar atajos mentales, que nos impiden elaborar juicios óptimos en la toma de decisiones. Y como son predecibles, es bueno estar al tanto, por ejemplo, de que en el tema de inversiones analistas sofisticados se lucran al incorporarlos en sus algoritmos.
Parte importante de la labor de esta ciencia consiste entonces en identificar heurísticas, y los sesgos asociados con ellas.
Estos dos elementos juegan un papel determinante en la teoría descriptiva formulada por el premio Nobel en economía, Daniel Kahneman, y su difunto colega, Amos Tversky, quienes iniciaron su colaboración en Israel, en 1974. El resultado fue publicado en 1979, bajo el nombre de “Prospect Theory,” como un modelo alternativo a los resultados inconsistentes de comportamiento ofrecidos por la teoría clásica, y tan comúnmente observados en la práctica.
Relataba Kahneman que para llevar a cabo el proyecto, obtuvieron considerable ayuda por parte de un joven economista, de apellido Thaler, quien en el 2017 habría de obtener ese mismo premio. De acuerdo con el profesor Thaler, muchas de las anomalías pueden explicarse como una extensión de la heurística de aversión al riesgo.
El trabajo original identificó tres heurísticas: anclaje, disponibilidad, y representatividad. En próximos blogs hablaremos sobre ellas.
Quien quiera leer un poco más sobre el tema, puede referirse a http://www.portafolio.co/opinion/harry-adler/heuristicas-inversiones-y-pensiones-519835
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