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Gracias a su potencial de crecimiento y beneficios de diversificación, no debe descartarse la idea de mantener dentro de un portafolio un pequeño componente de inversiones en nuevas fronteras. Al fin y al cabo, países como Brasil, China y Polonia en su momento hicieron parte de ellas. Pero si ese portafolio contiene fondos de países emergentes, bien vale la pena establecer su posible exposición a esos mercados, ya que estos pueden estar suministrando la dosis máxima deseada para este tipo de inversiones.

 

Claro que no es tarea fácil identificar sus más probables sucesores. ¿Quizás Vietnam, por el crecimiento de sus manufacturas a costa de China? ¿O Nigeria con su acelerado desarrollo y donde aún hay mucho por hacer? (150 millones de habitantes y solo 10 millones con cuentas bancarias) ¿O Bangladesh, como un posible reemplazo de la India?
 
Así mismo, la volatilidad que conllevan no es despreciable. Según recordaba Jeff Opdike en el WSJ, el mercado de acciones de Vietnam llegó a perder más de la mitad de su valor en 2008, después de haberse triplicado en años recientes. Rumania, que se quintuplicó en cuatro años, había perdido cerca del 40% al aparecer esa nota.
 
También es importante observar las valorizaciones que en ocasiones alcanzan, muy por encima de las de los mercados tradicionales. En 2008 la relación precio/ganancias en Bangladesh llegó a 33, tres veces por encima de su nivel en 2004. Bulgaria pasó de menos de 10 a 40 y Vietnam, después de su caída, se mantenía aún encima de 37.
 
El índice MSCI de nuevas fronteras experimentó una caída de 69% entre enero de 2008 y marzo de 2009, mayor que la del índice  S&P 500 durante ese complicado período. Lamentablemente los fondos que consideramos en el blog anterior son demasiado recientes y no alcanzan a cubrir el período en forma completa. No es más que un reflejo de cómo las entidades financieras siempre están prestas a ofrecer al público nuevos productos, una vez que los grandes rendimientos ya han sido logrados.
 
Resulta apenas lógico concluir que la asignación de recursos a esos países debe ser muy moderada y mantenida durante períodos prolongados.
 
Riesgos adicionales acechan esos mercados, como inestabilidad política y monetaria, deficiencias en su reglamentación, baja liquidez. A los fondos les resulta muchas veces difícil establecer sus posiciones sin afectar sustancialmente los precios; liquidarlas, sin generar un caos, les suele resultar complicado.
 
Con respecto a la pregunta #9, correspondiente a los países del medio oriente y del norte de Africa (MENA), es llamativo que el sector financiero, con un 60%, sea el más representativo. Aunque los dineros provenientes de actividades petroleras son los que usualmente llenan las arcas de esos países, las grandes empresas del ramo no se ubican en esa región (el sector energético apenas reprensa 3% del total de activos) Las oportunidades deben buscarse por el lado del gasto público y de una creciente capacidad de consumo.  
 
Las respuestas al blog anterior son: 
 
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hadler@stanfordalumni.org

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