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Desde 1984 la firma de investigaciones Dalbar ha estudiado, a través de su “Análisis Cuantitativo Anual del Comportamiento de los Inversionistas”, el efecto de las decisiones de compra y venta por parte de los ahorradores particulares en fondos mutuos. Año tras año, desde la primera publicación en 1994, su conclusión ha sido la misma: a largo plazo, el inversionista promedio ha obtenido rendimientos sustancialmente menores que los  producidos por esos fondos. 

 

Por una parte, quienes mantienen sus posiciones a largo plazo obtienen en promedio rendimientos superiores en relación con aquellos que tratan de predecir el rumbo del mercado. Por otra, los retornos obtenidos dependen, antes que nada, del comportamiento de cada individuo. 
 
De acuerdo con su informe publicado en marzo de 2010, para el último período de 20 años el retorno promedio de los inversionistas en fondos de acciones fue de 3.17%, comparado con un 8.20% para quienes compraron y mantuvieron acciones de acuerdo con el índice S&P 500.
 
Como hemos mencionado en ocasiones anteriores, perseguir rentabilidades ha demostrado hasta el cansancio ser un camino errado. Pero quien a pesar de todo decide insistir en el juego de tratar de superar al mercado, le resulta más conducente seguir el camino contrario: así como las categorías más atractivas (medidas de acuerdo con la cantidad de recursos que atraen) tienden a mostrar a largo plazo los peores resultados, las que sufren de las mayores redenciones (debido a sus pobres rendimientos) son las más propensas a ofrecer los mejores. 
 
En efecto, desde 1994 la firma Morningstar viene estudiando la estrategia de invertir (en períodos de tres años) en fondos de acciones pertenecientes a los sectores menos populares, los cuales reemplazan dentro del portafolio a fondos en aquellas categorías con mayores influjos. (Fundamentalmente la idea es vender segmentos sobre-preciados e invertir en los más baratos)  Entre 1994 y 2009 esa estrategia produjo un retorno anual promedio de 8.1% contra un 4.7% correspondiente al obtenido por los sectores más populares. Como punto de referencia, el S&P 500 obtuvo en ese período 6.2% y el MSCI World  5.3%.  
 
La diferencia se explica porque al perseguir resultados históricos se termina invirtiendo  en sectores sobrevalorados. Como hemos visto, lo usual es que los mercados reaccionen más de la cuenta, tanto al alza como a la baja.
 
Lo anterior induce a invertir en estos momentos en empresas norteamericanas de alta capitalización. En 2007, antes de la crisis de crédito, ese sector representaba el 42% del total de activos de todos los fondos. En noviembre de 2010, de acuerdo con Will Swarts de SmartMoney, constituía sólo el 35%.  
 
Contrariamente a lo que hacemos con el resto de cosas, en el mundo de las inversiones solemos responder a anuncios del tipo “compre ahora, que está caro.” Es muy notoria la influencia de lo medios en este aspecto; recuerdo aún el llamado hace unos años a “romper las alcancías” por parte de una conocida comentarista de noticias local, una vez que la bolsa había subido 100% a lo largo de ese año.  
  
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blog 2/2011
hadler@stanfordalumni.org
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