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Hoy quiero compartirles algunos aspectos que me llamaron la atención cuando hice la investigación sobre la empresa Coordinadora para mi libro Historias de Negocios Altamente Inspiradoras.

 

Hay una frase que se le escuchaba con frecuencia a don Aníbal Obando, fundador de Coordinadora, pionero del transporte de paquetes en Colombia y que refleja lo pragmático y facilista (en el buen sentido) que era: “Si usted se queda en los detalles no avanza. Arranque primero. No haga las cosas perfectas, pero hágalas. Después, por el camino vamos puliendo”.

 

Sus hijos recuerdan que su padre tenía dos características que a simple vista parecerían incompatibles, pero en él se alineaban en una combinación perfecta. “Era muy audaz y a la vez muy bondadoso. Es difícil imaginarse cómo alguien puede ser audaz y bondadoso al mismo tiempo, pero en mi papá era una realidad”, agrega María Elena Obando, su hija, actual presidente de la compañía.

Para este emprendedor siempre fue muy claro que en los negocios ambas partes debían ganar, tanto el comprador como el vendedor, y ese principio “gana-gana” siempre rigió su vida así como sus relaciones comerciales y personales.

 

Otra de sus geniales características era que tenía un sentimiento de prosperidad y abundancia, que irradiaba a toda su familia. Al respecto, recuerda su hija: “cuando yo era pequeña no teníamos las comodidades que gozamos hoy y que hemos conseguido con el progreso de la compañía; pero a mi padre nunca le faltaba nada. Y siempre tenía en su bolsillo un rollo de billetes y le gustaba compartir su prosperidad con los demás”.

 

Nada de sobrenombres

 

Una anécdota que genera risas en la empresa Coordinadora es que don Aníbal una vez les hizo una reunión para hablarles sobre la importancia del respeto y, en medio del discurso, les dijo que quedaban prohibidos los sobrenombres, que eran más usuales en esa época que actualmente.

Y remató con esta frase que quedó para la historia: “¿Quedó entendido que están prohibidos los sobrenombres? Ahora sí, muchachos, listos, a trabajar”. Y cuando ya todos iban saliendo gritó: “Canaco, usted quédese aquí conmigo que le tengo que decir una cosa muy importante”. Obviamente, al ver que él mismo había roto la regla de manera inmediata generó una risa general y quedó una excelente y simpática anécdota para la historia de la compañía. 

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