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Hace unos días escuché en las noticias que el empresario y cantante vallenato, Jorge Oñate, había sido hospitalizado por afecciones del corazón. ‘De seguro del corazón no se muere’, pensé. Lo tiene duro como la piedra… como la roca… muy distante de ese otro corazón que suspira en las bellas canciones que interpreta. Y les voy a contar por qué.

 

Yo tuve la suerte de ver crecer,  en mi barrio Calixto Leiva, de Neiva, a Sergio Acevedo. Lo vi jugar en las canchas del parque, lo vi vestir el uniforme del Colegio Salesiano donde yo también me gradué… donde fue campeón en los intercolegiados nacionales  de ciclismo… también lo vimos muchas veces sirviendo como edecán de las reinas durante los desfiles del Festival del Bambuco pues fue Patrullero Cívico durante varios años.

 

Y desde que estaba pequeño fue muy notorio su parecido con el cantante Jorge Oñate… pero nunca se me pasó por la cabeza que ese chico bueno y noble fuera en realidad el hijo del Jilguero de América. Solo me vine a enterar poco antes de que Sergio muriera en España esperando un trasplante de médula que nunca llegó.

 

Me lo contó Jairo Zuleta, primo de Sergio y amigo mío de infancia. En su casa fue donde Sergio creció y a quien cuidó como a su hermanito menor, pues su madre se radicó en Maracaibo, Venezuela, y el chico se quedó con sus familiares en Neiva.

 

Una noche de enero de 2007 me llamó angustiado a contarme que Sergio había sido diagnosticado con leucemia aguda y que solo un trasplante de médula ósea podía salvarlo. Que ya todos sus familiares cercanos se habían hecho la prueba, pero habían salido incompatibles. Y que la única esperanza que quedaba era su padre: Jorge Oñate.

 

Me relató que su tía Maria Fanny Acevedo tuvo a comienzos de los 70 una fugaz relación sentimental con el cantante en Valledupar cuando tocaba en las parrandas vallenatas, tras lo cual quedó embarazada.  Pero que nunca se volvieron a ver y que jamás trató de buscarlo para contarle. Solo hasta ahora, 34 años después, para suplicarle que enviara una prueba de sangre para saber si su médula era compatible con la de Sergio.

 

Pero Oñate se negó. De todas las formas posibles la mamá de Sergio le suplicó para que se practicara la prueba, pero ningún ruego ablandó el corazón de piedra del cantante. “Le firmo un documento donde renuncio a cualquier reclamación económica… yo nunca he necesitado dinero… lo único que quiero es salvar a mi hijo”, le dijo.

 

Por eso Jairo me llamó esa noche angustiado para contarme la tragedia de Sergio y yo me encargué de que la historia saliera en los medios para presionar a Oñate. El Tiempo fue el primero en publicar su triste agonía en espera de una muestra de sangre de Oñate.

 

“A veces pensamos que porque es famoso cree que buscamos más que eso, pero mi madre le dijo que no íbamos en plan de nada, ni de apellido, ni nada. Tampoco queremos causarle problemas con su familia ni en su trabajo. Sé que él puede dudar, pues saber después de tanto tiempo que tiene un hijo no es fácil, pero si yo no creyera ciento por ciento que es mi papá no lo estuviera buscando”, le dijo Sergio a El Tiempo, el 28 de enero de 2007.

 

Recuerdo que Caracol Radio también se unió a la causa, así como lo hicieron otros medios. Pero ni si quiera toda esta presión ablandó al Maestro. La mama de Sergio y sus más cercanos familiares me aseguran que la prueba, incompleta, que ni siquiera reunía los requerimientos que se exigían para su valoración, finalmente llegó… pero tarde. Sergio falleció a sus 34 años el  22 de junio del 2009 en el hospital Donostia, de San Sebastián, España. Luego su cuerpo fue trasladado a Neiva, donde vivió durante 30 años, y allí fue sepultado en presencia de sus seres más queridos.

 

Ahora todos los ojos de la familia están puestos en Iker, el hijo de Sergio que ya cumplió seis años y que es el vivo reflejo de su padre.

 

Por eso hoy quiero rendir un homenaje a todos aquellos que hicieron posible que Sergio tuviera una existencia feliz y que lo intentaron todo para salvarle la vida. Y espero que sus bellos recuerdos los acompañen para siempre. El 23 de junio se cumple su quinto aniversario.

 

De lo que sí estoy seguro… es que Jorge Oñate no morirá del corazón… pues lo tiene duro como una piedra.

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