En la dirección propuesta por Ocampo se puede inscribir la idea del ingreso básico, la cual se plantea como solución a la cuestión respecto a universalizar o focalizar ya que consiste en entregar un dinero, a cada persona y de manera periódica, para garantizar su mínimo vital. El intelectual belga Philippe Van Parijs define la renta básica como un ingreso pagado por una comunidad política a todos sus miembros de manera individual, independientemente de sus medios y no a cambio de trabajo.
Pensar en la viabilidad de adoptar una política de esta naturaleza hace aflorar el escepticismo, no obstante, antes de descalificar su conveniencia es preciso profundizar en la discusión académica y política respecto a nociones de hondo calado como igualitarismo, libertad de elegir, redistribución, sistema impositivo, entre otras, que contribuyan a la reconstrucción del enfoque multidisciplinario que exige la deliberación de lo público.
Un asunto relevante para avanzar hacia procesos de implementación tiene que ver con la incorporación de la variable política, entendida como las instancias de decisión y los actores de poder que inciden en la traducción de la idea en política pública.
En nuestro contexto, el ingreso básico enfrentaría serios riesgos como manipulación del electorado, intercambio de ingresos básicos por votos e imposibilidad de legislar bajo criterios de progresividad; ergo, es preciso concebir un compromiso social de largo plazo que oriente las etapas de ajuste institucional tendientes al cambio social que posibilite la implementación.
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