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Durante los primeros días de octubre tuvo lugar una curiosa coincidencia académica: la Universidad de los Andes albergó al mismo tiempo sendos congresos de Ciencia Política y Economía. Sin duda son muchas las lecciones impartidas, pero en particular, vale la pena destacar la necesidad de concebir las ideas y la deliberación como espacio para la construcción discursiva enriquecida con el análisis cuantitativo de bases de datos y cualitativo de estudios de caso. Así, teoría política de la deliberación, análisis de factibilidad económica de las decisiones y economía política del concepto, evolución y determinantes de las políticas públicas, pueden articularse alrededor del propósito común del entendimiento adecuado de la realidad social.

La deliberación construye el diseño institucional apropiado para contar con políticas públicas efectivas en términos de equidad e inclusión que construyan ciudadanía, al tiempo que da forma a las instituciones económicas y políticas que promuevan relaciones de confianza. En este sentido, se debe destacar la pertinencia de teorías deliberativas -el profesor Mejía Quintana recordó la necesidad de hacer avanzar la teoría política en la dirección de ofrecer nuevos marcos analíticos para los espacios que persiguen acuerdos políticos para una democracia de formas de vida-.

También se hizo énfasis en la necesidad de combatir las sondeocracias teledirigidas, no desde la tecnocracia de los expertos sino desde el pluralismo de los públicos -en términos de Habermas, se puede asociar la sondeocracia con el usufructo de la periferia externa -sociedad civil- por parte de la periferia interna -orientadores de la opinión pública- para incidir en el sistema político a través del poder administrativo.

Por otra parte, Alejandro Gaviria resumió las teorías del desarrollo en tres ideas (buenos revolucionarios, buenos neoliberales y pastores del pecado original) e inspirado en Hirschman, invitó a construir una visión ecléctica y pragmática desde una lógica comprensible solo desde aquella economía que reconoce que la política importa.

Concluye por tanto una experiencia de discusión académica de gran interés para la construcción de diálogo interdisciplinario que tanta falta le hace a nuestro proceso de políticas públicas. Mucho tienen que aportar las ciencias sociales y el aporte será más valioso en la medida que sea el resultado de diálogos entre actores situados en las diferentes orillas del análisis de la problemática social del país.

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