¿Bioeconomía? ¡Se le tiene! (8)
Los invito a una serie de cinco entregas sobre este tema, resultado de un diálogo extenso y productivo con Hugo Chavarría Miranda, gerente del Programa Hemisférico de Bioeconomía y Desarrollo Productivo del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), en la sede central, en Costa Rica.
¿Qué papel desempeña el IICA en el desarrollo e implementación de la bioeconomía en América Latina y el Caribe?
Con el objetivo de fomentar el aprovechamiento productivo de la bioeconomía en la agricultura y en los territorios rurales de América Latina y el Caribe (ALC), en un marco de inclusión y sostenibilidad, el IICA estableció en su Plan de Mediano Plazo 2018-2022 la creación de un Programa de Bioeconomía y Desarrollo Productivo (BEyDP) que gestiona el conocimiento alrededor de cuatro áreas estratégicas.
En primer lugar, a través de investigaciones, estudios, talleres, seminarios y cursos, sensibilizamos a tomadores de decisión y actores de las cadenas productivas del agro y de los territorios rurales sobre las potencialidades de la bioeconomía y de sus senderos, a la vez que formamos capacidades (cuadros técnicos) para los nuevos aprovechamientos, tales como bioenergías, biotecnologías, bionegocios, entre muchos otros.
La segunda área estratégica es el apoyo a la formulación e implementación de políticas y estrategias para la promoción de la bioeconomía; mientras que la tercera está planteada para la construcción de normativas y reglamentaciones que permitan, no solo viabilizar y fomentar nuevos senderos (bioenergías, biotecnología, bionegocios, etcétera) sino también asegurar que estos se llevarán a cabo de manera segura y sostenible.
Por último, como cuarta área de trabajo está el apoyo al diseño e implementación de estrategias, planes, programas, proyectos e inversiones para fomentar nuevos modelos de negocios en los territorios rurales y en las cadenas de valor de la agricultura.
En los últimos tres años hemos trabajado junto con los actores locales de varias cadenas del agro de la región, analizando posibilidades de aprovechamiento de la bioeconomía, identificando y estudiando las nuevas tecnologías que permitirían esos aprovechamientos que tienen potencial y fortaleciendo las capacidades tecnológicas, organizativas y empresariales de los actores de las cadenas para llevar adelante los nuevos bionegocios.
En estos últimos dos años hemos trabajado en las cadenas de café, cacao y aguacate, lácteos y otros rubros tradicionales en Centroamérica y los países Andinos, además de productos de la biodiversidad en Bolivia y Brasil principalmente.
¿Cuál es el grado de desarrollo de bioeconomía en A. Latina y el Caribe? ¿Cuáles países van la delantera, ¿Cuáles están iniciando el proceso? ¿en cuáles no se ha iniciado?
Argentina fue el primero en tener una estrategia nacional; en los años recientes se destacan los casos de Costa Rica que lanzó en el 2021 su plan nacional (con cinco ejes estratégicos) y Colombia que en el mismo puso en marcha estrategia nacional. Otros países como Uruguay y Ecuador trabajan en el desarrollo de sus planes nacionales.
En ALC, los negocios de la bioeconomía iniciaron mucho antes que las políticas. Para mediados de la década de los noventa, la región comenzó a utilizar nuevas tecnologías para aprovechar de manera más eficiente y sostenible los recursos biológicos en la agricultura y en otras ramas económicas.
Aunque en aquellos momentos se les denominaba de otra forma, lo cierto es que diversos países fueron adoptantes tempranos y hoy son referentes mundiales en algunos negocios de la bioeconomía, como en la producción y exportación de biocombustibles líquidos, aplicaciones biotecnológicas en la agricultura, carbono neutralidad en las cadenas agrícolas, aprovechamiento sostenible de la biodiversidad, entre otros.
En biocombustibles, por ejemplo, más de diez países en las américas han establecido mandatos de mezcla obligatoria de bioetanol en gasolina (destacándose Brasil, con un 27% y Paraguay con un 25%) y biodiésel en diésel fósil (Brasil, con un 13%, Colombia con 12% y Argentina con 10%).
En el caso de Brasil, el consumo de bioetanol (producido a partir de la caña azucarera, y maíz en una pequeña proporción) representa más del 50%, en términos volumétrico de la gasolina consumida; de ahí que este país sea el segundo productor mundial (después de los Estados Unidos) y el primer exportador de etanol de caña de azúcar del mundo.
Para el caso de la industria del biodiesel, Argentina tiene tradición exportadora, ocupando frecuentemente el podio de los 5 países más exportadores, utilizando el aceite de soya como insumo. Por su parte, Colombia destaca por tener una mezcla de biodiesel que pasará del 10% al 12% y producir este producto a partir de aceite de palma.
Además, la región también fue precursora y hoy es protagonista en negocios de la bioeconomía relacionados con agricultura y ganadería baja en carbono, tal como las Acciones Nacionalmente Apropiadas (NAMAS) de mitigación en ganadería y café, en Costa Rica (GIZ, 2009), y la ganadería sostenible en Brasil, Argentina, Uruguay y Colombia (FAO, 2019).
Asimismo, en emprendimientos basados en el aprovechamiento productivo–comercial sostenible de la biodiversidad y de los servicios ecosistémicos, y en la valorización y aprovechamiento de residuos en las cadenas del agro, entre muchos otros.
En todos los casos anteriores, los negocios de la bioeconomía han sido motores en el incremento de la competitividad del agro, la sostenibilidad ambiental y la generación de empleos e ingresos en los territorios rurales.
Gracias a esto, el tema ha comenzado a tomar relevancia en la agenda pública y muchos tomadores de decisiones de la región se han convencido sobre su potencial, y la necesidad y oportunidad de construir políticas, estrategias e iniciativas. De esta manera, no solo se impulsarán en mayor medida los negocios, sino que también se asegurará que estos se den en un marco de seguridad y sostenibilidad.
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