Modelos empresariales al alcance de mercados globales, soportados en la movilidad y en la red, con el ofrecimiento de productos y servicios a consumidores que demandan alta calidad en los servicios digitales, es el panorama de negocios que experimenta hoy en día el sector de las tecnologías de la información y las comunicaciones.
A partir de este panorama, el reto legal consiste en la construcción de una estructura de apoyo y soporte a los servicios que prestan las aplicaciones, de tal forma que se garantice el accionar de la compañía dentro de los nuevos mercados y la satisfacción de las condiciones de calidad exigidas por los clientes, así como el ofrecimiento de precios competitivos que permitan márgenes razonables de rentabilidad al amparo y tranquilidad del cumplimiento de las obligaciones tributarias que esto conlleva para quienes las desarrollan.
La construcción de estructuras legales que soporten nuevos modelos de negocio y que normativamente también soporten los nuevos e innovadores productos y servicios, es consecuencia del estudio jurídico del modelo de negocio desde dos puntos de vista: la adquisición, fabricación o modelación del producto y, la distribución, venta del producto o mecanismos legales para la prestación de los servicios ofertados a los clientes.
Las estructuras legales que soportan aplicaciones pueden ser tan simples o complejas como los sistemas que soportan las mismas, pero han de tomarse en cuenta puesto que ellas influyen más allá del modelo legal, en los modelos financieros y operacionales.
De un lado de la balanza hay que evaluar: en qué figuras legales encaja el producto o servicio, si se trata de un producto o servicio importado, el establecimiento de las relaciones comerciales que permitan sostener su distribución en Colombia, y del otro lado: bajo el amparo de cuáles figuras legales vender el producto o servicio y la determinación de las herramientas legales que soportarán la operación de su negocio. Por último, en el centro analizar: condiciones jurídicas que respaldan la operación interna de la empresa con previsión de riesgos y modelos que permitan mitigar los mismos en temas como protección o pérdida de la información.
Se trata de una estructura legal que se desarrolla a la par de la idea y que después interviene para soportarla. Las estructuras legales que soportan aplicaciones pueden ser tan simples o complejas como los sistemas que soportan las mismas, pero han de tomarse en cuenta puesto que ellas influyen más allá del modelo legal, en los modelos financieros y operacionales.
La determinación del camino jurídico para la venta o promoción de productos y servicios a través de aplicaciones es tan representativa hoy en día que nos atrevemos a decir que es parte del éxito de las aplicaciones que conforman modelos de negocio de economía colaborativa, tan fuertes, que constantemente hacen dudar a todo tipo de autoridad legislativa y administrativa respecto a su funcionamiento.
Por último, se trata no sólo del grado magnífico de innovación tecnológica que representan en sí las aplicaciones, sino en que el éxito de las mismas esté soportado también en la superación de los retos que generan sus estructuras legales y financieras de soporte.
La innovación nace del trabajo colaborativo de los profesionales que confluyen de forma transversal en la tecnología y que determinan su evolución; por ello el capital humano es determinante en el éxito de la aplicación, de todas formas, no se encuentran fácilmente personas que se acomoden a la innovación, convivan con ella y aporten en su evolución. Hecho por el cual este factor debe ser considerado entre los retos a enfrentar y superar.
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