Al adquirir acciones, muchas veces el camino de menor resistencia consiste en hacerlo a través de empresas que prometen gran crecimiento. Inherentemente no hay nada malo en ello. Pero suelen presentarse problemas con el precio pagado, porque normalmente en un mercado eficiente esas expectativas ya están ahí reflejadas.
Cuando el crecimiento decae, cuando las expectativas se incumplen, cuando se presentan esas inevitables “correcciones”, son las que más se resienten y las que tienden a generar pérdidas permanentes que muchas veces resultarán dolorosas. Los académicos de la última generación en finanzas han comprobado que el exceso de confianza nos mete en grandes problemas.
Muchos estudios muestran las bondades que a largo plazo trae la inversión en acciones cuando los precios se encuentran significativamente por debajo de algún estimativo adecuado de su valor intrínseco. Es la estrategia de “valor”, planteada por primera vez en 1934 por Benjamín Graham y practicada por inversionistas de la talla de Warren Buffet. Es tal la confianza de este último en la técnica que, cuando se decide, se apodera de una tajada importante de esas empresas.
El precio de compra tendrá enorme incidencia en las rentabilidades logradas. Como sucede con cualquier otro activo, la inversión en acciones resulta frustrante cuando un precio alto es el punto de arranque.
Las respuestas a las preguntas planteadas en el blog anterior sobre este tema son:
1)b.
Al comenzar el año, la relación estaba cerca de 21, por encima de sus registros históricos. Aumento en los precios y decrecimiento en las utilidades originaron su aumento. El bajísimo nivel actual de las tasas de interés puede ser un factor atenuante. Pero el hecho es que los principales índices del mercado de acciones llevan cuatro semanas bajando; el optimismo de hace poco se transformó ahora en una sensación de cautela.
En marzo de 2009, cuando alcanzó su punto más bajo a raíz de la crisis reciente, llegó a 13. Se mantuvo por debajo de 10 tanto durante la depresión de comienzos de siglo como a principio de los ochenta, época durante la cual llegó a 6.
2)e.
La relación busca medir qué tan cara está la acción de una empresa (o de un mercado) al compararla con una medida objetiva de su capacidad de generar ganancias. Al utilizar un período de diez años se busca anular los efectos de corto plazo, propios del ciclo normal de un negocio. Por ejemplo, un año particularmente bueno puede hacer que la relación luzca una cifra artificialmente baja. Para Shiller, además, son mucho más confiables las medidas históricas que las proyecciones.
3)d.
Fue planteada por Benjamín Graham. El núcleo de sus enseñanzas se mantiene perfectamente vigente.
4)d.
Quién en ese entonces adquirió acciones de Microsoft, hizo una muy mala inversión en una excelente empresa. Actualmente la rentabilidad anual en diez años de sus acciones es de menos 3.7%, de acuerdo con cifras de “Morningstar”. Como explica Christopher Browne en su libro “The Little Book of Value Investing”, entre 1992 y 1999 Microsoft aumentó sus utilidades por acción de $.08 dólares a $.70, para un incremento de 775%. Los inversionistas, emocionados, llegaron a pagar $59, haciendo que la relación precio/ganancias subiera a 84. Como era de esperarse, resultó insostenible al no poder mantener ese crecimiento endiablado. Su relación actual está por los lados de 15.
5)b.
En medio de la burbuja e ignorando los principios más elementales de diversificación, el grueso de los inversionistas, particulares y profesionales, se volcó en ese sector del mercado norteamericano, notoriamente sobrevaluado.
Según Robert Arnott, presidente de “Research Affiliates”, el único activo con rendimiento negativo a lo largo de la última década fue el de grandes empresas norteamericanas, precisamente por su alta concentración en esos sectores. En cambio, las acciones de países emergentes, sus bonos y los fondos de finca raíz, produjeron rentabilidades superiores al 10% durante ese período. De la misma forma, según Arnott, las monedas de países emergentes, ciertos bonos del gobierno norteamericano e índices de acciones globales conformados de acuerdo con factores diferentes a su capitalización, suministraron retornos superiores en más de 5% por encima del nivel de inflación.
6)b.
Ni siquiera en esa época se llegó a los niveles irracionales de finales del siglo pasado.
7)d.
Tradicionalmente en la primera fase de un mercado alcista el optimismo y la euforia reaparecen de nuevo. Se manifiestan no solamente en un aumento en los precios sino también en la magnitud de este cociente. (algo así como contar doblemente) Se manifiestan durante todo el primer año de la recuperación, pero principalmente en los primeros seis meses, de acuerdo con “Ned Davis Research”, una firma de consultoría en inversiones de la Florida.
8)d, de acuerdo con el punto anterior
9)b. El principio de reversión a la media.
10) b.
En 1972, cuando publicó su última edición de “The Intelligent Investor”, la relación estaba en 17. Según él, a este nivel no se justifica incrementar la proporción asignada a renta variable con respecto a las otras clases de activos. En su libro clásico “Security Analysis”, argumentaba que adquirir acciones cuando la relación está por encima de 20 es especular mucho más que invertir. (al efectuar la operación inversa, es decir E/P, se está aceptando un rendimiento inferior al 5% con respecto a un activo bastante riesgoso)
Para Benjamín Graham, invertir es una operación basada en análisis concienzudo que promete seguridad del capital y retorno adecuado. Las que no cumplen estos requisitos son especulativas. Hay especulación inteligente así como varias formas en que deja de serlo: cuando se especula pensando que se está invirtiendo, cuando al carecer de conocimientos suficientes se toma la actividad seriamente y no como un pasatiempo y cuando se ponen en juego dineros que la persona no puede darse el lujo de perder.
11) La respuesta es c.
12) b.
En condiciones normales y debido a su mayor nivel de riesgo, las acciones de los países emergentes suelen mostrar relaciones precio/ganancias más bajas que las de los países desarrollados. Sin embargo, en épocas de gran optimismo ha ocurrido lo contrario.
Ingeniero Industrial de la Universidad de los Andes, MBA de la Universidad de Stanford. Empresario independiente como socio y gerente general de las firmas comercializadoras "Socodi" y "Argenti." durante 25 años. Asesor en inversiones internacionales, columnista sobre temas financieros, conferencista hadler@stanfordalumni.org
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