Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.

Se habla con frecuencia de la “década perdida”, en relación con la fuerte caída del mercado de acciones a partir de marzo de 2000. Claro que al hacer las cuentas, la situación no resultó extremadamente negativa: quienes compraron y mantuvieron un fondo invertido de acuerdo con el índice S&P 500 durante los últimos 15 años, obtuvieron un rendimiento anual promedio cercano a 4.5%, de acuerdo con cifras de Morningstar.

 

Sin embargo, y como siempre ha ocurrido, quienes hubiesen logrado identificar los sectores apropiados, podrían haber podido ensamblar portafolios con rentabilidades anuales del orden de 18% en promedio en los últimos 10 años, según se puede observar en la tabla adjunta (solo incluye fondos sin comisión e entrada ni salida).
 
La habilidad de identificar asignaciones tácticas adecuadas a largo plazo es lo que caracteriza a un buen inversionista. Al respecto, hace unos años la firma “Legg Mason” describió en uno de sus informes la asignación óptima para un portafolio desde 1945 hasta 2004, cuando efectuaron el estudio. 

 


Desde el final de la guerra mundial en 1945, y durante los siguientes veinte años, hubiese sido imprescindible una fuerte exposición a las grandes empresas norteamericanas, en cuyos hombros habría de recaer la reconstrucción de Europa y del Japón. 


Los siguientes quince años estuvieron marcados por la inflación y las altas tasas de interés; el portafolio ideal habría enfatizado la preservación de su poder adquisitivo, mediante inversiones ligadas a la finca raíz y al sector de recursos naturales.


Finalmente, desde finales de los años setenta y hasta un par de años antes de la fecha del  estudio, el gobierno norteamericano se empeñó en reducir ese flagelo; bajo esas condiciones, los instrumentos de renta fija deberían haber predominado.


hadler@stanfordalumni.org

 

Compartir post