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Un  bono convertible es similar a un bono tradicional, pero con la opción de poder ser transformado, bajo ciertas circunstancias, en acciones de la empresa. Debido al valor de esta opción, los intereses ofrecidos son inferiores a los de un bono tradicional equivalente.

 

Si el precio de mercado de la acción supera el precio de conversión estipulado en el prospecto por un margen atractivo, el tenedor puede proceder a convertirlo. En caso contrario, la opción pierde su valor y el instrumento permanece como un bono tradicional, pero con esos intereses más bajos. 
 
Es una forma de participar de la eventual valorización de la acción correspondiente, con la protección propia de los instrumentos de renta fija si las expectativas de valorización no se materializan.
 
No es inmediato seleccionar bonos convertibles: además de las cláusulas particulares propias de cada emisión, es necesario hacer consideraciones con respecto a los bonos, las acciones y las opciones.
 
Los factores principales que afectan el valor de un bono convertible son el precio de conversión, la volatilidad de la acción, la calificación de crédito de la empresa y el nivel de las tasas de interés.
 
Además, los fondos de cobertura son participantes muy activos en el mercado de estos instrumentos, con fuerte incidencia en el movimiento de sus precios. Aún más que en el caso de otras clases de activos, la forma más adecuada de invertir en ellos es mediante fondos especializados.
 
El fondo “CWB” invierte de acuerdo con el índice “Barclays U.S. Convertible Bond > $500MM“, que incluye cerca de 100 bonos norteamericanos convertibles con emisiones superiores a $500 millones de dólares. Creado en abril de 2009, maneja activos cercanos a los dos mil millones de dólares y se negocian cerca de 400.000 acciones diarias de ese fondo.
 
Es interesante observar que un fondo mutuo como CCVIX, uno de los más antiguos y reconocidos en la categoría, ha producido una rentabilidad anual de 7.5% en 15 años, contra 4.7% del índice S&P 500, con una menor volatilidad (11.7% contra 15.6%, respectivamente). A 10 años, las rentabilidades anuales respectivas fueron de 6.2% y 7.2%; en los últimos cinco años, particularmente favorables para la renta variable, estas rentabilidades fueron 14,7% y 20% respectivamente, de acuerdo con cifras de Morningstar.
 
No sobra advertir que este fondo sufrió una pérdida 26% en el 2008 (aunque el S&P 500 tuvo un descenso de 37% en ese mismo período).
 
Varios estudios han mostrado como estos instrumentos reducen el riesgo de un portafolio tradicional de acciones y bonos, sin resentir los retornos esperados.

hadler@stanfordalumni.org

 

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